Segundas oportunidades, se repite el proceso pero en otro momento de la vida y quizás motivados, incentivados por otras razones . Ya decidimos irnos una vez, dejar un lugar para comenzar en otro. Si bien hay muchos tipos de migraciones dependiendo las razones por las que una persona decide hacerlo o si lo hace solo, en pareja o en familia y también el momento. En todas se deja un lugar, con todo lo que eso conlleva, para comenzar a habitar otro, se cierra una etapa y comienza otra.
Decidir es elegir algo y resignar otra cosa, es ganar y perder al mismo tiempo. Lo que tomamos es el nuevo camino y lo que dejamos es el lugar de origen o de acogida, en el caso de la segunda migración.
Hay personas que han migrado más de dos veces… quienes se han mudado siendo todavía chicos, quienes buscaron trabajo fuera, quienes decidieron acompañar a una pareja, quienes migraron con toda la familia... Diversas historias en las que se entrecruzan el haber vivido en más de una cultura, en hablar otro idioma quizás, en haber elegido moverse.
Es importante registrar cómo nos vamos sintiendo en el proceso migratorio e identificar aquellos aspectos que nos resultó un poco más difícil superar o a los que no nos adaptamos fácilmente, para poder adelantarnos a eso y que no se convierta en una fuente de frustración futura. Haber migrado antes, tiene esa ventaja, tenemos el antecedente sobre como posiblemente nos sentiremos, más allá de que el momento de nuestras vidas sea otro y que el lugar sea diferente, ya podemos imaginar posibles escenarios. Por ejemplo, si vamos a migrar a un país en donde no hablan el mismo idioma y eso constituyo un obstáculo en mi primer migración, intentar aprenderlo antes, o si extrañar a mi familia resultó muy doloroso, poder emplear diferentes formas de comunicación para mantener la cercanía en la distancia.
Luego, siempre nos sorprenderemos, porque de eso se trata moverse, hacer algo distinto o cambiar algo de lo que veníamos haciendo… que aparezca lo inesperado. Lo abrazaremos o tendremos que lidiar con ello, depende lo que sea o que tanto nos sorprenda, pero ya sabemos que ocurrirá, que nos sacudirá en algún momento del proceso.
Cuando migras por segunda vez, ya sabes como hacer tramites, como buscar un lugar donde vivir, como socializar o a donde dirigirte en busca de ayuda, pero no sabemos si nos sentiremos cómodos, si la gente nos recibirá bien, si nos gustara insertarnos en esa cultura… se trata de una nueva búsqueda,que es de lo más interesante! donde no solo conoceremos un nuevo lugar y quienes lo habitan, sino que nos conoceremos a nosotros mismos en ese espacio, formando nuevas formas de ser y estar, probando que nos gusta, saboreando cada pequeño detalle que esa
nueva experiencia puede dejarnos.
Duelamos el país de origen con todo su calor de ser ese lugar que nos vio crecer, y duelamos también el lugar que elegimos para migrar, al que hicimos nuestro, al que nos adaptamos y construimos sobre una base cultural diferente, duelamos el vínculo con esas personas que llegaron a ser familia, a la que nos une algo muy especial, que es casi imposible de describir con palabras, duelamos la decisión, el elegir partir una vez más y empezar de nuevo. Así de valientes, desprendiéndonos de todo, pero a la vez abrazando cosas nuevas y creando un hermoso mix, tomando aquello que nos dio la cultura que nos vio nacer y todo lo que nos gustó del camino recorrido hasta llegar a donde estamos hoy.
Nos hacemos del mundo, nos arrojamos a él, y lo convertimos en nuestra casa, habitando los espacios que elegimos para construir nuestro propio lugar, que no es ni el país de origen, ni el segundo ni quizás el tercero, sino la transformación que hicimos en esas migraciones para ser lo que somos hoy y para sembrar aquello que queremos ser mañana.
Escrito por Milena
Psicóloga y emigrante
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